Mientras adentro todo era una fiesta, en la puerta se vivieron momentos de tensión entre un grupo de abogados contrarios a la gestión de Comparada y el policía del hall de Tribunales, único custodia apostado en la puerta del recinto.
Afortunadamente apareció Don Porteiro y disuadió a los revoltosos quienes a regañadientes aceptaron irse, no sin antes pedir que les acercaran dos champagnes de la fiesta, como condición para no romper los autos de afuera.
Y bueno. Ser dirigente tiene sus costos.
Afortunadamente apareció Don Porteiro y disuadió a los revoltosos quienes a regañadientes aceptaron irse, no sin antes pedir que les acercaran dos champagnes de la fiesta, como condición para no romper los autos de afuera.
Y bueno. Ser dirigente tiene sus costos.
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